En un “diálogo familiar”, en el que orador comparte sus experiencias y visiones trascendentales acerca del uso del agua, los pagamentos ofrecidos como agradecimiento, y el respeto que merece el agua como ser vivo, en relación con la dinámica de las grandes ciudades, se establece un intercambio colectivo para que el espectador tome consciencia de la importancia espiritual y trascendental del recurso hídrico, “la sangre de la tierra”.