La Fundación Gilberto Alzate Avendaño (Fuga), creada mediante el Acuerdo No. 12 de 1970 del Concejo de Bogotá, es un establecimiento público adscrito a la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, cuyo objeto principal es la adopción, integración, coordinación y financiación de programas dirigidos al fomento y desarrollo de la cultura.
Su experiencia organizacional la ha consolidado como uno de los centros artísticos y culturales más importantes de Bogotá; como escenario y espacio para la promoción de las artes plásticas, visuales, escénicas, musicales, literarias y audiovisuales; así como espacio de participación y formación, y, más recientemente, como transformadora de espacios públicos a través de la estrategia de urbanismo táctico. Actualmente, está encargada de desarrollar el proyecto Bronx Distrito Creativo como uno de los distritos creativos de Bogotá.
La Fuga es la plataforma pública de la administración distrital, que articula y gestiona la revitalización y transformación participativa del centro de Bogotá a través de su potencial creativo, el arte y la cultura.
En 2030, la Fuga será referente de articulación y gestión de iniciativas de transformación del territorio del centro de Bogotá, como símbolo distrital de desarrollo desde el potencial creativo, el arte y la cultura.
-Resolución Plataforma Estratégica FUGA vigente-
Conoce la Fundación Gilberto Alzate Avendaño (Lengua de Señas)
La casa colonial que hoy ocupa la Fundación Gilberto Alzate Avendaño perteneció originalmente al Virrey José de Ezpeleta de Galdeano (1789-1797) y posteriormente al último virrey de la Nueva Granada, don Juan Samano (1754-1820).
Daniel Ortega Ricaurte, en una publicación de la Academia Colombiana de Historia, Álbum del sesquicentenario, narra en un lenguaje descriptivo, la historia y primeros inquilinos de este inmueble, como la de otros que rodean el Centro Histórico del antiguo barrio de La Candelaria.
“En la esquina de la calle 10 con la carrera 3ª, la casa grande de dos pisos y balcones corridos de tejadillo, perteneció hacia el año 1870 a don Ángel y don Rufino José Cuervo, quienes explotaban una fábrica de cerveza. Una tarde de domingo solo don Ángel, dedicado a alguna tarea en el vestíbulo del segundo piso (que hoy se conserva intacto, al igual que la escalera), acababa de escuchar que el reloj de la catedral daba las 3:00 cuando lo sorprendió un ruido de pasos, alguien subía por la escalera sin haber llamado a la puerta, cuando llegó arriba, don Ángel lo vio. Su indumentaria consistía en casaca verde sobre pantalón corto ajustado, medias de seda, zapatos con hebillas y peluca empolvada, a usanza de la alcurnia española, en la época de Carlos III”.
A la muerte de los propietarios de este inmueble y sin tener herederos a quienes entregar este bien, el Hospital San Juan de Dios lo recibió como herencia de don Rufino José Cuervo quien lo había heredado de su hermano don Ángel. Del Hospital, la sede pasó a manos de la Beneficiencia de Cundinamarca de donde la adquirió finalmente la Fundación Gilberto Alzate Avendaño.
La restauración y adecuación de la Casa Colonial le fue encargada a Luis Raúl Rodríguez Lamus, arquitecto cucuteño ya desaparecido, quien se ocupó de conservar los elementos existentes tratando de no falsear su forma y proporciones originales. Para esta labor fueron necesarios más de dos años de un cuidadoso trabajo de restauración.
Una segunda etapa la constituiría la adecuación y conformación del conjunto inmobiliario que compone hoy la sede de la Fundación. Para esto fue necesaria la compra de tres inmuebles contiguos a la primera sede, que se adquieren bajo la administración de doña Yolanda Ronga de Alzate Avendaño (Directora de la Fundación desde 1972 hasta 1995) a través de una gestión de fondos con personalidades del medio político y la sociedad civil.
Es así, como en 1985 se lleva a cabo, bajo la coordinación de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, el concurso de méritos para la ampliación y restauración de la sede donde funcionaría el Centro Cultural Gilberto Alzate Avendaño, concurso del cual fueron ganadores los arquitectos Eduardo Bodmer G., Luis Eduardo Calderón y Roswel Garavito Pearl, éste último también ganador en años más recientes, de la construcción de la Catedral de Sal de Zipaquirá. Estas adquisiciones fueron necesarias para el desarrollo institucional de la Fundación y la ampliación de sus programas y servicios.