EL CRUCIGRAMISTA

Una ventana sobre la que veremos llover en escena enmarca el espacio de una típica casa de clase media en Bogotá. Dos familias se reúnen alrededor de un equipo de sonido, al ritmo de la música que proviene de un tocadiscos, mientras en una poltrona un aficionado a los crucigramas intenta darle solución a su pasatiempo dominical. Resolviendo el acertijo, se encuentra de frente con una pregunta que despierta los fantasmas de su pasado. Sin dejarle escapatoria, los recuerdos lo obligan a esculcar en su memoria, encontrándose 15 años atrás, cuando dejó de acudir a la cita que hubiera cambiado por completo su vida. Alicia a quien le incumplieran la cita, revela su mayor secreto al sentirse acorralada por su hijo Ismael, quien, como en una trampa del destino o de la vida, termina sin saberlo repitiendo la historia de su padre.

 

Cinco actores recrean de manera realista una historia. Los acompaña la dramaturga en escena, quien se presenta, unas veces como aparición, otras como autora, y se revela como el hilo conductor, que va guiando al espectador en una trama que pareciera suceder en universos paralelos. En un mismo espacio los personajes se ven empujados por esa presencia invisible que habita en nuestras vidas, que algunos han decidido llamar destino y otros, tal vez más afortunados, suerte.