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Desde hace algunos años, aproximadamente diez, la Fundación Gilberto Alzate Avendaño ha celebrado la novena navideña, tiempo durante el cual le ha ofrecido a la ciudadanía una manera alternativa, cultural y artística, de conmemorar estas fechas. Y 2019 no iba a ser la excepción, de manera que, desde octubre, la Subdirección Artística y Cultural se dio a la tarea de hacer todos los preparativos: por un lado, contratar un colectivo artístico que creara un espectáculo escénico para rezar la novena durante cinco días, del 16 al 20 de diciembre; y por otro, organizar todos los aspectos logísticos y técnicos que permitieran la realización de esas jornadas y ofrecerles a los asistentes una experiencia entretenida, divertida, con ambiente navideño y dirigida a público familiar.
La Navidad en nuestra ciudad es una fecha especial para todos, o por lo menos para muchos: pequeños, medianos y grandes, altos y bajos, habitantes de una o de otra zona de la ciudad… en fin, es una festividad que nos une y nos invita a compartir, a estar juntos, en comunión celebrando un nacimiento muy importante para una gran cantidad de personas, ocurrido hace miles de años.
Bogotá es una urbe amplia: una gran parte de su territorio es rural (el 76% del área del Distrito Capital) y está repartida en veinte localidades: Usaquén, Chapinero, Santa Fe, San Cristóbal, Usme, Tunjuelito, Bosa, Kennedy, Fontibón, Engativá, Suba, Barrios Unidos, Teusaquillo, Los Mártires, Antonio Nariño, Puente Aranda, La Candelaria, Rafael Uribe Uribe, Ciudad Bolívar y Sumapaz. Una de ellas (Santa Fe) está en el área de influencia de la FUGA, que comprende las tres localidades que conforman el centro de la ciudad: la ya mencionada, Los Mártires y La Candelaria. Teniendo en cuenta que un aspecto importante de la misionalidad de la entidad es revitalizar el centro de la ciudad y que el alcance de los estímulos y las actividades no ha involucrado de manera directa a estas zonas ni a sus pobladores, la Subdirección Artística consideró pertinente invitar a estas celebraciones navideñas habitantes de una de estas áreas.
Con ese objetivo en mente, y con la ayuda del enlace local de la entidad, contactamos a una líder de la vereda Verjón Bajo, ubicada en los cerros orientales de Santa Fe y gestionamos con ella la presencia de veinte personas entre niños, jóvenes y adultos el 19 de diciembre. La FUGA dispuso el transporte intermunicipal de ida y regreso y, aunque fueron necesarias varias llamadas y algunos correos electrónicos para convencerla de convocar a la comunidad, finalmente ese día llegaron algo más de veinticinco personas quienes, a pesar de que en el salón comunal de su vereda estaban también siguiendo la novena, prefirieron venir a Bogotá, a la FUGA y participar en nuestras actividades.
Todo estaba organizado para recibirlos de manera especial y contribuir a que su presencia en nuestras instalaciones fuera una experiencia, así que una vez finalizada la actividad navideña los llevamos a conocer y recorrer nuestras salas de exposición.
Además de ser grande y compleja, Bogotá es la ciudad que recibe mayor flujo de migrantes internos del país y en este momento se constituye en el principal país receptor del éxodo venezolano. Por este motivo, se creó la iniciativa del Centro Integral de Atención al Migrante, CIAM, en varias localidades de la ciudad, en los cuales se atienden ciudadanos provenientes de distintos lugares de Colombia y de países vecinos.
Con la idea de abrir un espacio de esparcimiento y de integración a algunos ciudadanos venezolanos que se encuentran en nuestra ciudad en esta difícil condición, la Subdirección Artística decidió contactar al CIAM de la localidad de Santa Fe para extender la invitación por intermedio de ellos y llevar a los invitados a la FUGA el martes 17 de diciembre. Esta gestión fue un poco más complicada debido a las condiciones de atención de los Centros, que están sujetas a que las personas quieran dar sus datos y quieran (o no) participar en cierto tipo de actividades. No obstante, se logró una convocatoria de, aproximadamente, veinte personas, entre adultos y niños. Es importante aclarar que además de ciudadanos venezolanos, se contó con la presencia de migrantes de distintas ciudades del país.
Las dos jornadas fueron exitosas, no solo porque se cumplió el objetivo de tener a los invitados especiales que nos propusimos para la lectura de la novena y para compartir algunos alimentos (entre ellos hallacas venezolanas y pan de jamón, ambas preparaciones típicas de ese país), sino porque la FUGA fue, una vez más, un lugar de encuentro entre habitantes de distintos lugares de la ciudad, tanto vecinos como no tan vecinos, hombres, mujeres, chicos y grandes; fue un espacio para la confluencia de públicos diversos y la integración en torno a la celebración de expresiones culturales y artísticas.